Autor
Majken Jul Sørensen and Brian Martin

Qué es (y qué no) un dilema

En 2009, la gente de Irán se subió a los tejados de sus casas para gritar “Allah Akbar” (Dios es grande) como protesta contra el régimen. Como respuesta, el gobierno tenía dos opciones, ninguna de ellas demasiado atractivas: dejar que siguiese la protesta sin trabas (y posiblemente que creciera), o detener a la gente e intentar justificar la prohibición de gritar que “Dios es grande”, algo que hacen comúnmente los musulmanes devotos. Esta protesta es un ejemplo de acción dilema.

Una acción dilema deja al adversario sin ninguna obvia “mejor respuesta”, porque cada elección posible tiene aspectos negativos significativos. Hasta la respuesta más atractiva del adversario tendrá una mezcla de ventajas y desventajas que no son directamente comparables, ya sean valoradas en el momento o a posteriori. Muchas acciones noviolentas son reacciones a lo que hacen las autoridades o las multinacionales, con las que respondemos a las agendas establecidas por otra gente. En una acción dilema actuamos proactivamente.

La mayoría de las acciones noviolentas no suponen un dilema. Tomemos por ejemplo una expresión habitual de preocupación, como una concentración contra la guerra el aniversario del bombardeo atómico de Hiroshima en una democracia liberal. Las autoridades pueden tolerar o incluso facilitar el evento porque supone una amenaza muy pequeña a los intereses creados, mientras que prohibirlo solamente generaría antagonismo innecesario. Algunas formas de desobediencia civil, como las acciones de desarme que implican daños al equipamiento militar, tampoco suponen un dilema, porque las autoridades saben exactamente qué hacer: detener a las personas activistas que voluntariamente se entregarán a la policía. De cualquier forma, pensamos que es más útil pensar en acciones dilema en términos de grado, en vez de en términos de presencia o ausencia. Las acciones dilema nos proporcionan un enfoque para aumentar la efectividad de las estrategias de acción noviolenta. Saber más de la dinámica de las acciones dilema puede dar la posibilidad a los grupos activistas de diseñar sus acciones para que planteen complejos dilemas a los adversarios, obligándolos a tomar decisiones impopulares, o dedicar sus esfuerzos a preparar varias posibles respuestas.

Cómo crear un dilema

Además de la característica central de una acción dilema, podemos distinguir habitualmente cinco factores en las acciones dilema reales que añaden dificultades a la elección de respuestas por parte de los adversarios:

  1. La acción tienen un elemento constructivo, positivo, como la entrega de ayuda humanitaria, o la expresión de un compromiso religioso, como en Irán en 2009.
  2. Usamos la sorpresa o la imprevisibilidad, por ejemplo, inventando un nuevo método, o apareciendo en un lugar totalmente inesperado.
  3. Las elecciones óptimas del adversario se encuentran en terrenos distintos (político, social, personal), lo cual quiere decir que son difíciles de comparar. Por ejemplo, cuando un agente de policía tiene que elegir entre detener o no a una amistad en una manifestación, existe un conflicto entre los dominios económico (no perder el trabajo) e interpersonal (no perder la amistad).
  4. Las acciones dilema pueden programarse para que sean más atractivas para los medios de masas.
  5. Una acción dilema puede apelar a creencias ampliamente extendidas en la sociedad. El aparente compromiso religioso de la gente que protestaba en los tejados en Irán es un buen ejemplo.

Estos factores contribuyen a que el dilema sea más difícil de “resolver”, pero no son esenciales en construirlo. Los gobiernos y sus instrumentos, como los agentes de policía o personal de prisiones, son a menudo quienes están obligados a enfrentarse a los dilemas, pero esto no es una característica central de una acción dilema, ya que ésta puede estar dirigida contra empresas privadas, como por ejemplo bancos o multinacionales.

La respuesta del adversario

Normalmente, la mejor opción para los adversarios es detener la acción sin que nadie se dé cuenta. Nuestra estrategia entonces debería ser hacerla todo lo pública que sea posible. A veces, lo que hace que un dilema sea complejo es que el adversario tenga que comparar las consecuencias en diferentes terrenos. Puede ser difícil comparar el beneficio de una reacción de apoyo de la gente simpatizante con el impacto negativo de una audiencia diferente. En el estudio de caso de la Flotilla de la Libertad, las autoridades israelíes se enfrentaban tanto con la audiencia doméstica como con la internacional. Escogieron priorizar la audiencia doméstica, que percibía a las autoridades como mantenedoras de un bloqueo que protegería a Israel de un atentado terrorista. Fue difícil comparar los beneficios de mantener esta imagen doméstica con los efectos negativos de la indignación que se generó cuando las audiencias internacionales percibieron la respuesta militar como un ataque no provocado en aguas internacionales contra unas personas que iban a entregar ayuda humanitaria.

Para los grupos activistas, las acciones dilema pueden parecer atractivas porque ofrecen perspectivas de éxito haga lo que haga el adversario. De todos modos, plantear dilemas al adversario no es algo que sea necesario para que las acciones noviolentas tengan éxito, y como el resto de estrategias, hay que usarlas con cuidado

Texto adaptado de Majken Jul Sørensen and Brian Martin. ‘The Dilemma Action: Analysis of an Activist Technique.’ Peace & Change, Vol. 39, no. 1 (2014): páginas 73-100.