La situación en Eritrea

Eritrea, uno de los países del “Cuerno de África”, se formó como nación independiente en 1890, cuando la región estaba colonizada por Italia. Tras ser ocupada por el ejército italiano en 1890, Eritrea se mantuvo como colonia italiana durante muchos años antes de pasar a estar bajo el mandato del Reino Unido en 1941, y luego convertirse en un estado federado que formaba parte de Etiopía en 1951. Tras algunas campañas noviolentas infructuosas en ciudades y pueblos en los años 50 y 60, el Frente Eritreo de Liberación (ELF) desató la lucha armada por la independencia en 1961. En los 70, había dos movimientos armados eritreos rivales en guerra el uno contra el otro, el Frente de Liberación Eritreo y el Frente de Liberación del Pueblo Eritreo (ELPF). Cuando acabó la guerra civil en 1981, el ELPF dominaba el país tanto militar como políticamente, y consiguió la independencia para Eritrea en 1991.

En 1994, el EPLF se rebautizó como Frente Popular para la Democracia y la Justicia (PFDJ). Dos décadas después, el PFDJ sigue siendo el único partido político legal, y controla el país política y económicamente. No existe el derecho a la libertad de expresión, de reunión, de protesta o medios informativos libres. Miles de personas eritreas se encuentran detenidas por sus opiniones políticas, sin haber tenido acceso a un juicio justo.

Desde que el gobierno introdujo el “servicio militar nacional” en 1995, el país se ha militarizado fuertemente. Todo el alumnado de 12º curso asiste al Centro de Entrenamiento de Defensa Sawa, donde, aunque no pueden llevar armas, se les trata como si fueran miembros del servicio militar nacional, y desfilan y hacen ejercicios de entrenamiento militar. Aunque nominalmente la duración del servicio militar es de 18 meses, ningún recluta apto para las labores militares lo ha abandonado desde la guerra entre Etiopía y Eritrea, que acabó en 2000. El servicio militar en Eritrea no se remunera, y ha empujado a muchos jóvenes eritreos a huir del país.

Como resultado de la dureza del trato dado por el PFDJ al disenso político, la oposición a su dominio ha partido casi exclusivamente de la diáspora eritrea, que tiene una presencia significativa en Etiopía. Dentro de Eritrea, la resistencia se limita a incidentes aislados y actos ocasionales de protesta que han sido fáciles de reducir y neutralizar, aún cuando han tenido el apoyo de oficiales del ejército o ministros del gobierno.

Arbi Harnet (“Viernes de la Libertad”) es una campaña impulsada por miembros de la diáspora eritrea que viven en EEUU o la UE, que busca vincular los actos de resistencia en Eritrea con la comunidad de la diáspora. La resistencia de la diáspora busca estar informada y guiada por las realidades del interior de Eritrea, y apoyar a los grupos de resistencia dentro del país. Arbi Harnet quiere alentar al naciente movimiento por la democracia dentro de Eritrea, aumentando el contacto con gente normal del país, transmitiéndoles mensajes y animándoles a emprender la acción colectiva. Debido a que los medios sociales y convencionales están estrechamente controlados por el gobierno, el trabajo de movilización debe desarrollarse usando métodos que tengan en cuenta la participación creativa de la gente común. Para ello, la campaña usa teléfonos fijos y móviles.

Activismo telefónico

Cada mes, Arbi Harnet selecciona un tema pertinente y relevante, y contacta con el público eritreo usando una máquina automática que hace cientos o hasta miles de llamadas telefónicas directamente al interior de Eritrea. Estas llamadas se utilizan para animar a la oposición al régimen, boicoteando eventos conmemorativos organizados por el gobierno (como por ejemplo, el “Día de la Independencia” y el “Día de los Mártires”), pidiéndole a la gente que se quede en casa el viernes como acto de protesta, y también para abrir debates sobre las acciones de resistencia colectiva.

Los primeros intentos de llamar a Eritrea se dieron en noviembre de 2011, y consistieron en 200-250 llamadas al mes. Para 2013, ya se hacían 5.000-10.000 llamadas al mes, usando un ordenador para hacer las llamadas “robotizadas” que mandan mensajes pregrabados. Las llamadas piden en concreto que los viernes la gente “silencie las calles” quedándose en casa, un acto de resistencia que es sensible al contexto eritreo y permite la participación de mucha gente. Los grupos activistas han elegido también días o eventos concretos para enviar mensajes a Eritrea, y los han ajustado adecuadamente.

El 24 de mayo es el Día de la Independencia de Eritrea. Los derechos humanos han tomado un papel protagonista para quienes reflexionan sobre el rumbo que han tomado los acontecimientos en el país desde los esperanzados días que siguieron a la independencia. El número de cárceles y de personas encarceladas, y el flujo de gente joven que se refugia fuera del país, son un poderoso recordatorio de adónde ha ido a parar Eritrea tras su independencia. El Día de la Independencia, las llamadas de Arbi Harnet quieren dar a la gente normal una aproximación a la solidaridad internacional, y animarla a reflexionar sobre quienes perdieron sus vidas en la guerra de la independencia, y sobre la situación en el país.

Análogamente, las llamadas realizadas el 20 de junio están diseñadas para coincidir con el Día de los Mártires. Las llamadas animan a la gente a reflexionar sobre las promesas de la revolución y mantener la esperanza de una “Eritrea Libre” como tributo a quienes murieron luchando por ella.

En julio de 2013, el gobierno “licenció” a miles de reclutas del servicio nacional, y los envió a casa por un corto periodo de tiempo antes de desplegarlos a puestos del servicio militar o a institutos militarizados de educación. Arbi Harnet vio en ello la ocasión de conectar con la gente joven en el ejército o en las escuelas militares que no tienen acceso a la información, ni siquiera en forma de mensajes automáticos mensuales. Así, se transmitió una llamada específica principalmente con destino a teléfonos móviles, animando a la gente joven a organizarse junto a sus compañeros y trabajar para defender la justicia.

Repercusión en Eritrea

Arbi Harnet ha sido capaz de fomentar la confianza entre activistas dentro del país y quienes se encuentran en la diáspora. Ya han empezado a trabajar coordinadamente, por ejemplo, introduciendo en el país carteles impresos fuera. Como ha aumentado la confianza mutua, los grupos que hacen activismo dentro del país han sugerido ideas para otras acciones relevantes para la situación en Eritrea, como una campaña de carteles en apoyo de un veterano de guerra discapacitado, y una campaña de carteles a todo color titulada “¡Ya está bien!”.

Ha habido nuevas colaboraciones en proyectos más atrevidos como por ejemplo el titulado “MeqaleH Forto” (“Ecos de Forto”), un periódico clandestino. Cuanto más eficaz y seguro se vuelve el activismo en el país, la campaña Arbi Harnet espera cumplir un papel más de apoyo y continuar desarrollando el proyecto de llamadas automáticas Robo-call.

Reacción

El proyecto ha recibido una cobertura mediática internacional sin precedentes. Los medios de comunicación de la diáspora han cubierto las acciones del movimiento en páginas de Facebook, Twitter y otros medios. Dentro del país, la ciudadanía ha reaccionado positivamente a los mensajes, y las llamadas han provocado la indignación de altos cargos del gobierno y sus partidarios.

Cuando se anunciaron las llamadas de mayo, los grupos organizadores recibieron informaciones de sus contactos dentro del país de que muchas familias de Asmara habían recibido órdenes de presentarse en las oficinas de la administración local vistiendo los trajes festivos tradicionales, para unirse a la celebración oficial del “Carnaval del Viernes por la Noche”. Sin embargo, los resultados fueron escasos, y sólo asistieron al evento niños, niñas, y visitantes de la diáspora. Entre otras cosas, las llamadas han cumplido un papel importante en la reacción del gobierno.