El poder y el estatus social se usan a menudo para oprimir a la gente pobre en Kenya. Por ejemplo, en 2012, un alto funcionario muy poderoso de la policía keniata se aprovechó de su posición de poder para apropiarse ilegalmente de una granja que pertenecía a una abuela, un lugar que ella había considerado su hogar durante 20 años. Fue desahuciada de la granja y su casa de ladrillo de seis habitaciones fue demolida. No se pudo encontrar ninguna anotación legal en el registro de la propiedad que validara las afirmaciones del poderoso hombre sobre la granja. La comunidad vivía con miedo, y sentía que no podía hacer frente a los detentadores del poder que estaban cometiendo esta injusticia. Sin embargo, junto a otras personas practicantes del cambio social noviolento y organizaciones asociadas que se ocupaban de las vertientes legales de las injusticias cometidas específicamente contra mujeres, el equipo de campaña logró llevar el caso ante el tribunal superior de Kakamega, y obtuvo una orden que permitía a la abuela volver a su granja. Los días siguientes, empezó una nueva ronda de batallas legales entre el hombre poderoso y la poco conocida abuela, que ahora contaba con el apoyo de activistas locales.

Estrategias...

El grupo noviolento estaba decidido a conseguir que se aplicara la ley al pie de la letra, aunque fuera consciente de que cualquier intento de hacer cumplir la ley sería respondido, quizás con violencia. El grupo de activistas sabía que, para tener éxito, cualquier campaña requeriría un esfuerzo simultáneo de organizaciones e individuos afines. “Empezamos a elaborar una estrategia para la campaña. Buscamos consejo en organismos administrativos claves, como el Comisario de Distrito del área, que estaba a cargo del Consejo de Seguridad del distrito. Aunque tenía claro que debía respetarse la ley, reconoció que no estaba en posición de hacer cumplir la orden judicial porque el jefe de policía era su superior. Como comandante de la policía, a menudo desplegaba agentes armados para proteger la granja cada vez que sospechaba que la abuela podría tener la intención de volver”, explica Benson Khamasi, líder del equipo de campaña.

El jueves que el grupo de activistas tenía intención de recuperar la casa de la abuela, un contingente de policías armados guardó la granja durante el día entero. Esto confirmó que el hombre poderoso no iba a respetar la ley y que usaría todos los medios a su alcance para amenazarnos e intimidarnos. El equipo de campaña se dio cuenta de que necesitaba otro plan, y pasó todo un día elaborando una estrategia. Una cosa que quedó clara es que el equipo necesitaba trabajar sólo con aliados de confianza que no permitieran que los adversarios se enteraran de sus planes. Así, se limitó el acceso a los planes la campaña a los miembros formados hasta que todo estuvo preparado. “Decidimos a propósito no hacer participar directamente a las autoridades, ya que era obvio que el jefe de policía las había amenazado con despidos y traslados, y por tanto no podían ir contra su voluntad”, dijo Khamasi. La campaña involucró a aliados clave, incluidos los famosos moteros boda boda (transportistas con motocicletas), sociedades civiles, gente experta de Turning the Tide (un colectivo de entrenamiento en noviolencia con sede en el Reino Unido: http://www.turning-the-tide.org), gente de negocios, medios y gente propietaria de granjas.

Habiendo seleccionado un sábado como el nuevo día para la campaña, era hora de hacer un trabajo de campo riguroso. Se trataba de visitar encubiertamente la granja y preparar los materiales de campaña. “Visité la granja por la noche, disfrazado de visita de un vecino para familiarizarme con los alrededores, y después me fui a ver a la abuela, que se había refugiado en una iglesia no lejos de su granja. Se me saltaron las lágrimas al ver la situación en la que habían obligado a vivir a esta mujer y sus nietos y nietas. Creo que en ese momento me decidí a seguir adelante con la campaña fueran cuales fueran las consecuencias. No podía creer que alguien pudiera ser objeto de tan inhumanos actos”, declaró el líder del equipo.

El día de la campaña

La mañana del día de la campaña fue como cualquier otra menos en los corazones de las personas activistas. Era un escenario entre la vida y la muerte, así que la determinación para avanzar era lo primordial. A las 9:00 de la mañana, la gente había empezado a llegar al punto de encuentro, situado en un mercado cercano. “El mercado estaba poniéndose en marcha lentamente, sin saber qué es lo que iba a suceder. Con folletos, recortes de periódicos de la historia, la orden judicial y carteles de la campaña, nos pusimos manos a la obra con la movilización atravesando el mercado con una enardecida danza. Minutos después había una gran multitud deseosa de saber qué estaba pasando. Se hizo una pequeña reunión de repaso del plan para subrayar la disciplina noviolenta de nuestra campaña, y mucha gente se ofreció a unirse a ella. Partimos inmediatamente en un convoy de motos y las mujeres cantaron canciones de alabanza durante todo el camino hasta la casa de la abuela”, recuerda el líder del equipo.

Cuando la comitiva entró en la casa, los vigilantes se sorprendieron al ver una gran multitud en la casa que les habían pagado por proteger. Las mujeres bailaron y todo el pueblo acudió para ver lo que pasaba. Mucha gente del pueblo se alegró del regreso de la abuela después de tantas semanas desde que se produjo el desahucio. Mucha gente no podía creer lo que estaban viendo. Sabían que se había apoderado de la granja alguien poderoso del gobierno y que estaba siendo vigilada por agentes armados. Mucha gente se preguntaba cómo había sido capaz la abuela de recuperar su granja a pesar de ser tan “indefensa”. La comunidad había optado por permanecer en silencio, aunque sabía que era el único hogar que tenía la abuela y que se había refugiado en una iglesia cercana.

Una persona rezó una oración y a continuación todo el mundo empezó a construir una nueva casa justo enfrente de la que había sido demolida. La multitud entera ayudó, y fue muy estimulante contemplar cómo una comunidad podía unirse en una causa para ayudar a una mujer a reconstruir su hogar. En una hora, el armazón de la casa estaba listo para poner el tejado. Las mujeres estaban ocupadas recogiendo agua para levantar los muros de barro.

Responder a la violencia de la policía

A eso de las 2:30 de la tarde, cuando la casa estaba lista para ser techada, el equipo de campaña se enteró de que un contingente de policías armados estaba a punto de llegar. “Rápidamente dimos instrucciones a todo el mundo para mantener la calma. En menos de cinco minutos llegó al recinto el coche de la policía a velocidad máxima y con las luces de emergencia encendidas, y antes incluso de haberse detenido, saltaron los agentes de policía, disparando sus pistolas y lanzando gases lacrimógenos contra la multitud, que huyó corriendo a refugiarse. Todo el pueblo se llenó de gas lacrimógeno, e incluso se vio a niños y niñas pequeñas ahogándose con el gas. Varias personas resultaron heridas, pero esto no disuadió al equipo de campaña de seguir con su labor para garantizar que la abuela volvía a su hogar legítimo”.

La multitud había abandonado el recinto y los policías estaban por todas partes. “Rápidamente nos reagrupamos y acordamos una manera de proceder: tres representantes pedirían reunirse con los agentes de policía. Entablamos diálogo, pero fuimos categóricos en que no pensábamos irnos a menos que hubiera una orden judicial. La multitud empezó a ponerse nerviosa, pero conseguimos que se tranquilizara todo el mundo y cumplimos con nuestros principios noviolentos. Creo que éste fue el momento en que el poder de la cooperación estuvo en marcha, el poder-con”, explica el líder del equipo. “Después de largas horas de negociación, los agentes de policía aceptaron irse y dejar que la abuela se quedara tranquilamente en su casa”.

La multitud estaba decidida a terminar la casa antes de la puesta de sol, y a las 6:00 de la tarde la casa ya tenía techo. Todo el mundo estaba exultante por haberlo logrado, a pesar de las amenazas y las intimidaciones con las armas. Esto demostró que la noviolencia es más poderosa que cualquier arma. Aunque la abuela perdió su casa grande después del desahucio, está contenta de volver a su granja en una casa que le ha construido la comunidad.

Las estrategias noviolentas han demostrado más allá de cualquier duda razonable que pueden ser usadas para ocuparse de las muchas injusticias que se dan en nuestras comunidades. El hecho de que la noviolencia dé resultados en tales circunstancias, en las que la agitación violenta no lograría unos resultados positivos, demuestra su potencial. La violencia habría complicado las cosas más y no nos habría ayudado a lograr nuestro objetivo. Durante el corto periodo en que se han ensayado las estrategias noviolentas en Kenya, han producido resultados positivos que han llevado a mucha gente a querer saber más de las estrategias noviolentas, y han permitido crecer al movimiento. La exposición al riesgo en la acción noviolenta normalmente es menor comparado con las tácticas violentas. El cambio social noviolento implica tanto a los opresores como a los oprimidos, permitiendo resoluciones de los conflictos más perdurables. Al minimizar los riesgos durante una campaña, más gente puede participar y el movimiento puede crecer día a día. La gente que practica la noviolencia debería buscar soluciones a los conflictos en las que todo el mundo gane, para permitir una mayor reconciliación y diálogo posteriores.

Esta labor de difusión de la noviolencia en Kenya está siendo desarrollada por Change Agents for Peace International (http://www.capiinternational.or.ke) en colaboración con Quaker Peace and Social Witness (http://www.quaker.org.uk/work-quakerpeace-social-witness).